- No llame la atención sobre los cambios físicos del paciente diciendo cosas como: “Por lo menos te deshiciste de esos kilos de más”.
- No le diga al paciente que tiene suerte de padecer un tipo de cáncer y no otro, pues esto minimiza lo que la persona está enfrentando. No hay nada afortunado en tener cáncer, incluso si es uno de los “buenos”.
- No dé información sobre tratamientos no probados ni referencias de doctores de práctica dudosa.
- No sugiera que el estilo de vida de la persona es el causante de la enfermedad, incluso si en efecto puede haber contribuido. La culpa no ayuda. Muchos factores influyen en los riesgos de presentar cáncer; incluso para los fumadores de toda la vida, padecer cáncer a menudo es pura mala suerte.
- No sermonee al paciente sobre mantenerse positivo, lo que puede generar sentimientos de culpa en el paciente si las cosas no salen bien. Es mejor decir: “Cuentas conmigo, sin importar lo que suceda”, y decirlo de corazón.
- No pregunte sobre el pronóstico. Si el paciente brinda esa información, está bien, hablen sobre sus implicaciones. De lo contrario, es mejor contener su curiosidad.
- No se convierta en una carga para el paciente por sus propios sentimientos de desánimo, aunque está bien decir: “Lamento que te haya pasado esto”. Si se siente abrumado por la posibilidad de interactuar con una persona con cáncer, es mejor expresar “No sé qué decir”, antes que no decir nada o evitar a la persona por completo, pues puede sentirse abandonada o pensar que a uno no le importa.
Del Libro:
Loving, Supporting, and Caring for the Cancer Patient: A Guide to Communication, Compassion, and Courage
@stangoldberg