Durante el siglo pasado, en los años 60 se descubre el cromosoma Filadelfia como una alteración genética adquirida que se localiza en células de la sangre que permitió a los medicos hematólogos diagnosticar sin error la enfermedad. Ya entrado la década de los 80 se identifica que el intercambio de material genético entre los cromosomas 22 y 9 da lugar a el oncogén BCR-ABL como el responsable de esa proliferación celular anormal.
Iniciado el siglo actual, mas precisamente durante el 2001, un grupo de investigadores del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York perfeccionan un ensayo clínico que daría pie al inicio de los tratamientos conocidos como terapias dirigidas o blancos celulares, la revista TIME, es mas espectacular y lo llamo la bala mágica, y llego a arriesgar que se iniciaba la cura del cáncer. Esto no sucedió, al menos hasta el presente, pero sí significó un salto cualitativo en el tratamiento de la Leucemia Mielóide Crónica. Mientras que antes de 2001 la única posibilidad de cura consistía en el trasplante de médula ósea y la supervivencia era de 4 o 5 años, hoy el paradigma del tratamiento consiste en un tratamiento vía oral que permite cronificación de la enfermedad (no se busca la cura, sino evitar que la enfermedad evolucione a etapas irreversibles) y funciona bien en el 95% de los pacientes y el trasplante se relega solo al 5% que no responde bien a los fármaco. Este cambio en el paradigma del tratamiento de la LMC permitío una supervivencia de los enfermos de hasta 15 años (según los datos publicados).
Reflexión sobre el recorrido hasta el descubrimiento de la primera terapia molecular para el tratamiento del cáncer:
A finales del siglo XIX y el inicio del siglo XX, las donaciones de empresarios como Rockefeller, (que validaban el genocidio e instigaban guerras fratricidas para expoliar los recursos naturales en tantos lugares del mundo, necesarios para el crecimiento industrial de sus empresas y concentraban el poder necesario con el que forjaron la extensión hegemonía del modelo capitalista como paradigma político-económico universal); fueron utilizadas para la creación de Centros Médicos privados: Memorial Hospital, que les garantizaran el estado de salud personal y familiar (la medicina hasta entonces era gestionada por los gobiernos de los incipientes estados-naciones y solo para beneficio de una minoría. La mayor parte de la población dependía de las acciones promovidas por asociaciones civiles, especialmente religiosas, en el marco de la concepción de salud como una acción de caridad). Los aportes individuales de estos primeros millonarios que se materializo en la creación de Centros Médicos, concebidos como modelos de avanzada, y la compra de la voluntad de académicos: médicos, científicos, investigadores adeptos (siempre los hay) con el devenir del tiempo se convirtieron en institutos de investigación científica. El acceso a la salud que por entonces no era concebida como un derecho universal, vinculado a la vida, seguiría estando reservada para unos pocos: los que podrían pagarla. Nada había cambiado.
Cuando los propios inversores-dueños de esos centros médicos y de investigación, vieron allí, la posibilidad de seguir maximizando sus ganancias, por caso , Alfred P. Sloan, y Charles F. Kettering, de la empresa General Motor fundaron el Sloan-Kettering Institute for Cancer Research, no importaba si se trataba de apoyar la investigación para el uso de armas químicas, mas precisamente el gas mostaza con el ejercito norte-americano o desarrollar el uso del primer tubo de rayos X para el tratamiento oncológico de radioterapia, los primeros experimentos de viroterapia e inmunoterapia para el tratamiento del cáncer. Solo importaba si esos descubrimientos generaban la rentabilidad suficiente al mismo tiempo que garantizaban la propia cobertura de salud de los accionistas. No podemos imaginar cuales fueron los parámetros éticos empleados para realizar los experimentos que permitieron lograr los avances médicos; la regulación del estado, que ellos mismos sostenían, por entonces eran muy precarios.
Apenas entrado el siglo XXI, en el año 2001 se realizó el descubrimiento de la primera terapia molecular para el tratamiento del cáncer y los ensayos clínicos de dicha terapia, fueron perfeccionados en el Memorial Hospital y el Sloan Kettering Institute que se habían unido bajo el nombre de Memorial Sloan Kettering Cancer Center en 1980. Esos ensayos, finalmente, se traducirían en el primer tratamiento oral para el control de un tipo de cáncer: la LMC. Un resultado trascendental en la investigación de tumores. Se había descubierto el primer tratamiento oncológico, que el paciente podía hacer desde su casa y con pastillas.