Antes de morir decidió hacer publica su experiencia con el cáncer por medio de las redes sociales sin atenuantes, ni metáforas, ni atajos que idealicen el sufrimiento.
“Jamás pensé que diría esto, pero tengo cáncer. Cáncer de estómago. Todavía me cuesta escribirlo, más leerlo, pero sé que es parte del proceso: la aceptación y la normalización de vivir con una enfermedad grave. Quería compartir este momento con vosotros porque mi mayor inspiración para fotografiar es mi vida, y mi vida ahora es esta”. “La vida te cambia en apenas tres segundos, el tiempo que un médico invierte en pronunciar las siguientes tres palabras: ‘Olatz, tienes cáncer’.o "He perdido la noción del tiempo, si es que ahí dentro la tienes. He perdido kilos, aspecto, independencia. Siento deciros que he he perdido a la Olatz que era. Entre tratando de estabilizarme unas náuseas y vómitos, y me quedé por un fallo intestinal. La enfermedad, que me acompaña ha hecho de la suyas cuando yo más más débil estaba. Me he convertido en una persona totalmente dependiente de los míos, ya que vivo 24/7 conectada a alimentación parententeal y una vía nasogástrica, que es lo que me hace estar hoy aquí"
En las imágenes, retrataba su “viaje por la enfermedad; por la pérdida del cabello y su crecimiento; por las sesiones de quimioterapia y las eternas horas de espera en el hospital; por los kilos de menos en el cuerpo, y las lágrimas de más”.
Olatz con su propia imagen desenmascara la inefable experiencia de transitar la vida con una enfermedad grave, sin claudicar en su honestidad intelectual, ni deponer la dignidad de la condición de ser humano ante la tragedia, pero reconociendo su vulnerabilidad y el dolor por la pérdida de su propia vida, se muestra y nos muestra de un modo auténtico y poderoso la fragilidad de la existencia humana.
El testimonio de Olatz a través de las redes sociales y de su proyecto fotográfico