Intento integrar en este espacio informes, datos, opiniones, sobre el tratamiento de la Leucemia Mielóide Crónica en particular y del Cáncer en general y compartir las experiencias de vida, discutir los condicionantes socioculturales y medioambientales que determinan los tratamiento que realizan los pacientes. Aspiro a generar un espacio de comunicación con todos aquellos que como yo, realicen tratamientos por enfermedades graves. Sin pretensiones autoreferenciales, me dispongo a compartir con pacientes, familiares y médicos, la palabra, que acompañe este azaroso recorrido. Transito este tiempo con la enfermedad Leucemia Mielóide Crónica, Cromosoma Ph.+.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Los nuevos tratamientos han conseguido cronificar el cáncer "LMC" y alargar la supervivencia a más de 30 años.

La leucemia mieloide crónica es un tipo de cáncer de lento desarrollo, cuyo tratamiento actual ha frenado su desarrollo en el paciente, aunque eso requiera que se deba seguir de por vida y que su pronóstico dependa de la edad del paciente y de la fase en que se encuentre la enfermedad en el momento del diagnóstico. “Los nuevos tratamientos han conseguido cronificar la enfermedad y alargar la supervivencia a más de 30 años”, dice la doctora Concepción Boqué, del Servicio de Hematología Clínica del Instituto de Oncología L'Hospitalet. “Estos pacientes pueden hacer una vida casi normal, solo que tienen que seguir un tratamiento de por vida e intentar llevar una vida saludable. Por lo demás, pueden trabajar, viajar, hacer deporte…”.

El tratamiento actual se basa en fármacos que inhiben la tirosincinasa (ITK) y que atacan exclusivamente a las células cancerosas sin dañar a las normales, lo que mantiene a los enfermos en una fase crónica durante muchos años sostiene Begoña Barragán, presidenta de la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL).
Este tipo de leucemia representa entre un 15% y un 20% el total de leucemias, con una incidencia en España de 15 nuevos casos por millón de habitantes anuales y se suele diagnosticar a partir de los 65 años. 
Síntomas 
Cansancio, debilidad, pérdida de apetito y de peso, sudores sin explicación o dolor de huesos pueden alertarnos de la presencia de la patología. Pero, por lo general, no se manifiestan antes de que se diagnostique en un análisis de sangre rutinario o realizado para estudiar otro problema de salud del paciente, donde consta un aumento de leucocitos en la sangre (leucocitosis).
Sin autorización.
Fuente: Diario El Correo

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