Intento integrar en este espacio informes, datos, opiniones, sobre el tratamiento de la Leucemia Mielóide Crónica en particular y del Cáncer en general y compartir las experiencias de vida, discutir los condicionantes socioculturales y medioambientales que determinan los tratamiento que realizan los pacientes. Aspiro a generar un espacio de comunicación con todos aquellos que como yo, realicen tratamientos por enfermedades graves. Sin pretensiones autoreferenciales, me dispongo a compartir con pacientes, familiares y médicos, la palabra, que acompañe este azaroso recorrido. Transito este tiempo con la enfermedad Leucemia Mielóide Crónica, Cromosoma Ph.+.

sábado, 9 de abril de 2011

Leucemia mieloide crónica, un cáncer silencioso Al inicio casi no provoca síntomas. Afecta mása personas adultas que a niños o ancianos. Hoy existen alternativas efectivas para su tratamiento.



Comienza en el interior de un hueso del cuerpo. Allí, en la médula ósea, están las células madre de la sangre, que se dividen en forma muy controlada para reponer los glóbulos rojos y blancos, y las plaquetas que se pierden cada día. Pero en algún momento, por causas que se desconocen, una de esas células precursoras de los glóbulos blancos se equivoca o funciona mal, y altera la estructura de dos cromosomas (9 y 22), que pasan de uno a otro parte de su contenido.Esa unión da origen a un nuevo cromosoma, llamado Filadelfia, que hace que las células anormales que lo contienen se multipliquen sin parar. Esto trae como consecuencia que las células cancerosas vayan sustituyendo a las células normales de la sangre, lo que ocasiona un sinnúmero de efectos. La pérdida de glóbulos rojos da lugar a anemia y fatiga, la de plaquetas produce hematomas y hemorragias, y sin glóbulos blancos normales –que forman el sistema de defensa– aparecen las infecciones y la fiebre.Así se gesta la leucemia mieloide crónica, una enfermedad hematológica maligna que afecta a cinco de cada 100 mil personas cada año, informa el hematólogo Miguel Tezanos Pinto, académico de número de la Academia Nacional de Medicina.“La leucemia mieloide crónica no tiene una causa definida y no existen formas conocidas para prevenirla”, advierte Tezanos Pinto, quien señala que “el único factor de riesgo comprobado es la exposición a la radiación ionizante”.Es más frecuente entre los adultos y los adultos jóvenes, ya que suele aparecer entre la tercera y la sexta década de la vida y, en cambio, aparece en forma excepcional en los niños.
Hasta no hace mucho, las perspectivas de quienes sufrían este tipo de leucemia no eran promisorias, pero eso cambió radicalmente en los últimos años.
“Hasta hace apenas una década conllevaba un pronóstico malo, con pocas probabilidades de sobrevida a largo plazo”, señala Tezanos Pinto, quien precisa que los tratamientos disponibles no eran efectivos y sólo posibilitaban una sobrevida de unos cuatro años.
Hoy, en cambio, el panorama es sumamente alentador. “Se han dado pasos importantes hacia la cura”, señala la médica Beatriz Moraghi, del servicio de Hematología del Hospital Ramos Mejía.
Las alternativas de primera línea que tienen quienes sufren esta enfermedad son en esencia dos: el trasplante de médula ósea, y el tratamiento con nuevos fármacos inhibidores de la tirosina quinasa, que empezaron a usarse hace 10 años y de los que ya están disponibles los de segunda generación, aún más efectivos que los primeros.
Pero cada opción, según advierten los médicos, tiene pros y contras. Con el trasplante de médula ósea se puede lograr curar la enfermedad, pero conlleva una alta morbimortalidad relacionada al procedimiento y no vinculada a la leucemia.
“Por eso, hoy casi se ha reemplazado el trasplante por el tratamiento farmacológico”, asegura Tezanos Pinto. “Con la aprobación en 2001 de la primera droga contra un blanco molecular específico (imatinib), el curso de la enfermedad cambió, ya que los pacientes lograron tasas de respuesta sin precedentes, por lo que se convirtió en la terapia estándar de la leucemia mieloide crónica”, indica.
La desventaja de los nuevos fármacos es, a su vez, que no implican una cura, sino una cronificación de la enfermedad. Cuando dejan de tomarse, la enfermedad vuelve, según informa Moraghi.
¿Cuál es entonces el criterio para decidir? “Hoy, dentro de las recomendaciones internacionales, los inhibidores de la tirosino quinasa están al mismo nivel que el trasplante de médula ósea como primera elección. O sea que depende de cada uno”, afirma Moraghi.
“La decisión se toma en forma conjunta con el paciente, después de explicarle todo lo que puede pasar. Hay que fijarse en todo para decidir”, dice la médica y señala que, en particular, el trasplante es una opción para los enfermos que no toleran los fármacos o no logran la respuesta esperada.
Pero asegura que “los inhibidores de la tirosina quinasa de segunda generación (nilotinib) han demostrado lograr una buena respuesta con pocos efectos adversos”. “Con ellos se logra una respuesta más rápida y con menores probabilidades de recaer”, concluye.
Entrevistas del Diario La Voz de Córdoba a los medicos especialistas: 
Dra.Beatriz Moraghi. Servicio de Hematología del Hospital Ramos Mejía. C.A.B.A.
Dr. Tezanos Pinto. Academia Nacional de Medicina. C.A.B.A.
03/03/11

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